martes, 20 de enero de 2009

VERSOS AGRESTES

A la luz del pabilo
casi extinto entre mis manos
y en la oscura certeza
que de mis dedos
tan sólo sombras y cieno,
negra muerte de versos bastardos
podría salir
y que,
espantados a la luz del día,
como la raza oscura
de aquellos a quien venero en un rito gris,
se esconderían entre el recuerdo y el olvido
en ese rincón maldito
donde sólo los poetas sobreviven.

Déjame, Musa, ponerte el cuello
para que absorbas mi alma,
que quiero ser tuya,
que quiero morir en versos
y que la locura me cubra el cuerpo
atemporal y mortuorio.
Rasgaré mis ojos y mis palmas,
la sangre caerá sobre la herida
y una premonición futura
descubrirá que soy un fantasma,
una vaga sombra de un rayo de luna invernal
y que estas palabras
no son sino la estela vana
de una ilusión fatal.

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