sábado, 3 de enero de 2009

MALDITA SEA LA SANGRE QUE ME ALTERA

Maldita sea la luz que me desvela
y la sangre que altera mi calma,
la música tranquila de arpas
y guitarras quietas,
maldita yo, muda e inquieta,
maldita mi suerte
que entre tambores de látigo ardiente
se muere, se mata, se hiere
y se hiende, se marchita
la flor que arrastra la primavera de mi ser,
y caigo en el profundo abismo
donde se va mi sangre,
donde llega mi herencia
de desgracias y lágrimas,
de sueños rotos y melancolía eterna,
de caminos que llevan a una ciudad de ovejas.

Malditas sean mis raíces,
y malditas mis alas
que crecieron en quien no debían.
Malditos estos versos
que aunque arrancados de mí
no me ayudan a quitarme el peso
que me hunde
que me hunde
que me hunde
que me hunde
...
que me mata.

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