jueves, 20 de noviembre de 2014

Cambios


Tal día como hoy
debieron enterrarse de guerra muchas hachas.

Que nunca me gustaron los cambios,
y menos si me sorprenden,
siempre lo supe,
por eso me escondí tras una rutina segura
que me calentara las manos
y me mantuviera a salvo.
Me hice con el día a día
una cáscara, caparazón,
que me permitiera ver el mundo
desde una distancia prudente.
Y llegasteis y os fuisteis,
tantas manos, tantos ojos,
tantos labios, palabras, besos, recuerdos...
Siempre hubo primeros
pero nunca listas de éxitos,
acumulo en mi cabeza numerosas memorias
pero no tristezas.
Y se fue rompiendo mi exoesqueleto,
se quebró con cada puñalada,
cada golpe lo hizo más débil
aunque yo lo reforzara de miedo,
aunque yo lo cubriera de nada,
y ya casi no me queda sino una fina capa
que me deja abrir los dedos y pretender que vuelo,
y abrir los labios y dejar que la luz se abra paso.
Sé que la lluvia será más fría,
y los inviernos más duros
y que el verano dejará marcas en mi piel
pero no quiero ser piedra ni muro,
quiero poder abrazaros y sentir el tacto
cuando me vaya.

domingo, 9 de noviembre de 2014

Desde el surco

Tengo miedo
a que un día me dé cuenta
de que no he vivido
y que ya no me quede tiempo,
a que el reflejo me devuelva un rostro
lleno de surcos de miedo,
a no enfrentarme,
a no arriesgarme,
o a saltar al vacío demasiado.
Cada mañana,
con los ojos aún prendidos en el sueño,
busco una chispa que me devuelva una respuesta
a la pregunta que marcan mis pupilas,
esperando no ser demasiado vieja,
demasiado joven,
estar demasiado cansada
o sumirme en la rutina,
y que mi sombra no me devore
cuando el sol ralentice mis pasos.