viernes, 25 de agosto de 2017

Canción de cuna para dormir a los monstruos

Eres fuerte
Eres valiente
El camino es largo

Pienso en mi cuerpo
frágil como la rama seca
que alberga
sin embargo
rica savia fluyendo libre

y el palpitar
tum-tum tum-tum
se acelera

Cierra los ojos
Eres fuerte
Eres valiente
El camino es largo

Veo los ojos sombríos
las huesudas manos
las pesadillas de mis noches
arremolinándose como el viento
formando hélices de brujas
atrapándome en su interior

Respira
Cierra los ojos
Eres fuerte
Eres valiente
El camino es largo

La noche es larga y oscura
y los monstruos se agolpan en mi garganta
esperando su turno
agazapados en una mente clara
en el orden la constancia la bravura
la fachada

espero que las puertas resistan
el azote de los sueños

Duerme
Cierra los ojos
Eres fuerte
Eres valiente
El camino es largo

Vacío.

Nada.

espero que las puertas resistan
el azote de los sueños

El camino es largo
Eres valiente
Eres fuerte
Abre los ojos
Despierta

Ad aspera per astra

El mundo nunca será suficiente
para alcanzar todas las cumbres,
para leer todos los libros,
para hablar todas las lenguas,
para amar todos los instantes.

En cada viaje
las montañas me llaman con su canto de sirena
y quisiera que mis piernas pudieran recorrerlas
como el dedo del amante la piel amada.

Las palabras cantan
desde las estanterías que las encierran
insignes melodías
y yo quisiera que mis ojos supieran
todos los pasos que han recorrido.

Mi boca ansía
abrazar cada concepto
pero la lengua es áspera
y el camino duro.

A veces,
sobre todo en estos momentos
en los que una voz ronca me atemoriza
con su oscura luz,
una losa se clava en mi pecho
y me golpea en cada latido
hundiéndose
hundiéndose
como un cuerpo yerto en el barro.

Sé que mis brazos no podrán atrapar la luz
ni la arena mis dedos
pero persigo la fragilidad de un instante
como si fuera a durar para siempre.

jueves, 24 de agosto de 2017

miércoles, 23 de agosto de 2017

Troya mística

Todos hemos tenido quince años
pero a mí la vida me arrastró demasiado pronto
-tal vez tuviera la culpa
saber que la muerte se escondía en cada instante-
y me convertí en poeta,
porque las lágrimas,
la ira, el miedo
o el amor no eran suficientes,
porque debía alimentar al monstruo del vacío
con migajas
para que no me devorase.

Porque debía entretener al monstruo
con señuelos
para que la noche
no nos cubriera a todos para siempre.