Prometí no volver a adentrarme
en cavernas oscuras
y ahora mis dedos
de ardor laten
ante fantasía, ilusión o terciopelo rasgado.
Nunca fue el blanco tan sucio,
la espera tan amarga,
la perfección tan dolorosa
ni el miedo tan absurdo.
Le prometí a mi Dios
no volver a caer entre sueves rocas
sino flotar
-con esfuerzo-
sobre la leve brisa.
Ahora, tan sólo le pido a cambio
de tantos años de lealtad a mi palabra,
algo más que una mirada
y un beso en la mejilla.
4 comentarios:
Pues no esperes...
ya, parece muy fácil, pero el problema es encontrar la persona. que de momento mi media langosta se ha perdido... o se la han comido...
Hay más bichos en el mar. Tios salidos y errores a segunda vista los hay a punta pala...
el problema es encontrar al decente.
Publicar un comentario