sábado, 22 de noviembre de 2008

Amartinados


A José Martí, por sus versos,

a Maite, por ella.


Queriendo ser yo, sin ser,

me descubrí siendo en tus labios,

y en este desconcierto,

el suspiro de mis alas,

plomo y cemento viejo antaño,

se volvieron de plata y espuma

que, volando, volando,

me llevaron donde sólo yo estuve,

sola, pero contigo a mi lado,

allí, surcando estrellas,

mi sangre brotó sobre la Luna blanca,

tu sonreíste, ora en dicha, ora furiosa,

yo me sentí perdida y hallada.


Aún soy sin ser nada,

por ser poeta te ofrecí mi vida,

por dejar la vida perdí la calma,

así, triste y errante, feliz en mi descontento,

aún hija del Mar y el Viento,

vivo de ti y de mis versos.

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