Deja tus sueños en la puerta,
que allá donde partes no te servirán de nada,
y deja tus temores
que tu pulso agradecerá tan hondas acricias,
y deja tus besos y tu memoria
donde no las puedas recoger nunca,
deja el alma y rompe sus cadenas
que ya no te pertenece,
deja tus dedos y tus entrañas,
deja la sangre que fluye en tu cuerpo,
deja la vida y deja la muerte,
da lo mejor que tuviste en la vida,
nunca te perteneció,
y deja a la Tierra, mi madre, la tuya,
dormir en sosiego,
déjalo todo, que no lo necesitas,
acabarás dándote cuenta
de que ni el suspiro de tus labios
es tuyo ni eterno.
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