Es mi Irlanda bella a la que echo en falta,
con sus verdes y sus cuervos,
sus gaviotas en mi segunda casa,
la casa amarilla,
que como un camino de baldosas,
me sirvió cada tarde para encontrar mi hogar,
para hallar a Anita y Seamus...
Es mi Irlanda verde,
con sus virtudes y sus delitos,
con sus manchas y sus conchas en el suelo,
con sus semáforos extraños
y los pasos de cebra ausentes,
es mi Irlanda,
mi Eire,
la que echo en falta
al mirar las fotos de aquel verano
que ahora veo tan lejos.
Y es mi Irlanda,
sin ser mía,
que no me pertenece,
pues al contrario,
que mis dedos,
que mis ojos,
que mi labios,
que mis versos,
que mi alma,
que mis musas,
que mi ser
pertenecen a Irlanda
y en Irlanda se quedaron.