domingo, 26 de octubre de 2008

HOY DOMINGO

Hoy, domingo, como cada domingo (a menos que me encuentre fuera de Logroño), he ido a la una a misa (sí, a misa, somos pocos pero existimos). Y, cual ha sido mi sorpresa cuando, al entrar en la parroquia (una iglesia muy sobria, de planta recta, con un Cristo de mirada vahída, un pequeño confesionario, velas, crucifijos de la Cuaresma y bancos de madera y púlpito y altar de piedra), entre el púlpito donde descansa la Biblia y el altar había una guitarra española.
Ha ido llegando la gente, aquí nadie hace la genuflexión, a Dios no parece importarle el color de nuestra piel ni absurdos protocolos que ya casi nadie recuerda. Hoy el evangelio decía, "Ama a tu prójimo como a ti mismo". Mi parroquia, mis convecinos, el cura de mi iglesia... todos somos algo fuera de lo común. Empezando por el aspecto y las actividades de la iglesia que está muy cerca de una mezquita, después siguiendo por el cura quien, al faltar hoy el coro, ha decidido aprovechar que quedaban algunos y, guitarra en mano, cantar. Las monaguillas (y digo monaguillas) dando palmas, los niños haciendo peticiones, dando gracias, el intercambio de opiniones acerca de la lectura de hoy...
Podré tener dudas de vez en cuando pero al llegar a mi iglesia y demostrarme que el Dios en el que creo no es el iracundo que plantea el Opus Dei (o, al menos, los de la otra iglesia cercana a la mía), sino que acepta en su reino a todos los que han sido buenos, ya sean cristianos o no, a los que se arrepienten de sus maldades, a los que han creído en otros dioses y han seguido el camino de la rectitud moral, ...
Mi iglesia, cada domingo, me acerca a "un Dios de las pequeñas cosas", como diría Begoña. Un Dios que no es el ser omnipotente y omnipresente eternamente alejado de ti, sino un amigo que sigue queriéndonos a pesar todo lo malo, un amigo al que poder contar todo y que, sin que nosotros lo sepamos trata de ayudarnos a ser felices sin interponerse en nuestra libertad.

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