Introducción a la futura crónica que Clara Santafé Subirás, hermana rusa mía, (hay un enlace en mi lista para llegar a su blog) va a escribir en su espacio personal.
Eran las 18:47 cuando el tren llegó a Logroño desde Zeta, y en sus butacas traía a Clara, con una maleta rosa de ruedas, tacones y una resaca del día anterior.
Fuimos juntas hasta los Salvatorianos, donde dormiría aquella noche, dejamos la maleta, cogimos libros (ejemplares de "Parque de atracciones") y fuimos en dirección a mi casa tan rápido como nos permitían las piernas. Allí imprimimos unos poemas de Clara, me cambié de zapatillas y salimo más rápido que antes para llegar a tiempo al recital, ya que, en un principio, a el cortometraje no llegábamos. Al final, todo empezaría a las 20:30.
Al llegar a La Gota de Leche, presentaciones, saludos, "Ella es Clara, de Parque de atracciones", allí, finalmente, estaban todos. Carmen (querida poeta nuestra), Lucas (sin diggeridoo pero con poemas), Ana (la novia de Lucas, tan simpática como siempre, con una sonrisa en los labios, recordando al última vez que nos vimos), Enrique (sentado en una mesa), Diego (por ser el coordinador, al frente de todos), Javier (que vino, aunque decía que no iba a hacerlo), Cristina (y su santa paciencia conmigo), Eva (estresada e histérica), Elena (con faldas y un brote de piernas), Juan (que me echó la bronca), Iris (junto a los químicos), Matilde (amenazada por Eva si no venía), Madariaga (acompañando a Matilde), Adrián (poeta pastor), Antonio (como siempre, incombustible), Catherine y Jere (que a veces no parecían comprender, pero presentes, animando), Nekane y Beto, ...
Pasó el corto, todo el respeto que pudieran tenerme se esfumó, recitamos, como siempre, me tocó presentar a mí, pero ya estoy acostumbrada y le estoy cogiendo el gusto, leímos y leímos, y cuando dieron las 21:30 (pasadas) nos fuimos a cenar. Las conversaciones y lo que pudiéramos hacer lo omito. Sólo decir que bebimos, reímos, comimos, cantamos y visitamos tantos bares como pudimos, después de varios vinos, calimocho, cerveza y chupitos varios, acompañamos a Clara a su eventual casa, estuvimos un rato hablando, Eva y yo nos fuimos, Clara se quedó allí durmiendo. Llegué a las 5 de la madrugada a mi casa y me han despertado a las 9 para limpiar mi cuarto. A las 12 estaba en Salvatorianos para buscar a Clara y acompañarla a la estación, cuando el Talgo se la ha llevado hacia su casa he sentido que algo se había desprendido de mí, como si Clara con su partida se hubiese llevado algo, ahora escribo, antes de ponerme a darle los últimos toques a mi trabajo sobre el Romancero. El lunes tendré que hacerme análisis de las plaquetas y la coagulación de la sangre. Valladolid se acerca. Pronto, en una ciudad nueva, volveremos a repetir la noche de ayer...
Gracias a todos los que compartisteis la noche de ayer conmigo y, en especial, a Clara, por su sonrisa y aguantar el frío, el cansancio y el sueño sin quejarse ni una sola vez y por ser ella, simplemente.
Eran las 18:47 cuando el tren llegó a Logroño desde Zeta, y en sus butacas traía a Clara, con una maleta rosa de ruedas, tacones y una resaca del día anterior.
Fuimos juntas hasta los Salvatorianos, donde dormiría aquella noche, dejamos la maleta, cogimos libros (ejemplares de "Parque de atracciones") y fuimos en dirección a mi casa tan rápido como nos permitían las piernas. Allí imprimimos unos poemas de Clara, me cambié de zapatillas y salimo más rápido que antes para llegar a tiempo al recital, ya que, en un principio, a el cortometraje no llegábamos. Al final, todo empezaría a las 20:30.
Al llegar a La Gota de Leche, presentaciones, saludos, "Ella es Clara, de Parque de atracciones", allí, finalmente, estaban todos. Carmen (querida poeta nuestra), Lucas (sin diggeridoo pero con poemas), Ana (la novia de Lucas, tan simpática como siempre, con una sonrisa en los labios, recordando al última vez que nos vimos), Enrique (sentado en una mesa), Diego (por ser el coordinador, al frente de todos), Javier (que vino, aunque decía que no iba a hacerlo), Cristina (y su santa paciencia conmigo), Eva (estresada e histérica), Elena (con faldas y un brote de piernas), Juan (que me echó la bronca), Iris (junto a los químicos), Matilde (amenazada por Eva si no venía), Madariaga (acompañando a Matilde), Adrián (poeta pastor), Antonio (como siempre, incombustible), Catherine y Jere (que a veces no parecían comprender, pero presentes, animando), Nekane y Beto, ...
Pasó el corto, todo el respeto que pudieran tenerme se esfumó, recitamos, como siempre, me tocó presentar a mí, pero ya estoy acostumbrada y le estoy cogiendo el gusto, leímos y leímos, y cuando dieron las 21:30 (pasadas) nos fuimos a cenar. Las conversaciones y lo que pudiéramos hacer lo omito. Sólo decir que bebimos, reímos, comimos, cantamos y visitamos tantos bares como pudimos, después de varios vinos, calimocho, cerveza y chupitos varios, acompañamos a Clara a su eventual casa, estuvimos un rato hablando, Eva y yo nos fuimos, Clara se quedó allí durmiendo. Llegué a las 5 de la madrugada a mi casa y me han despertado a las 9 para limpiar mi cuarto. A las 12 estaba en Salvatorianos para buscar a Clara y acompañarla a la estación, cuando el Talgo se la ha llevado hacia su casa he sentido que algo se había desprendido de mí, como si Clara con su partida se hubiese llevado algo, ahora escribo, antes de ponerme a darle los últimos toques a mi trabajo sobre el Romancero. El lunes tendré que hacerme análisis de las plaquetas y la coagulación de la sangre. Valladolid se acerca. Pronto, en una ciudad nueva, volveremos a repetir la noche de ayer...
Gracias a todos los que compartisteis la noche de ayer conmigo y, en especial, a Clara, por su sonrisa y aguantar el frío, el cansancio y el sueño sin quejarse ni una sola vez y por ser ella, simplemente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario