El rastro de Irlanda, la Bella,
comienza a diluirse en la sombra
como los ojos de Deirdre
que, en su sepulcro,
ya no mira ni llora.
Empiezo a olvidar el acento
de quienes compartieron conmigo
su casa, su tierra
y em hicieron una más,
aquellas montañas,
los cuervos y gaviotas,
el frío,
la lluvia que caía sin mojar,
las sonrisas,
la cerveza,
las puertas de colores.
Necesito volver a casa,
no quiero perder de nuevo la senda
que me condujo al hogar.
Late en mí, Irlanda,
late que si no te olvido
y no quiero que el vacío
vuelva a cubrir tu sitio.
1 comentario:
Sus hermosas y sempiternas colinas verdes que se clavan en la memoria; tierras que evocan a la magia de los días antiguos en los que druidas y duendes convivían libres... No se me ocurre más formas de paliar su recuerdo que con una buena jarra de Guiness ;)!!!
Por cierto, que hay nueva encuesta en mi blog
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