Me guiña un ojo
la estrella de la izquierda
la luz prendida
de una ventana cualquiera
me hace sentirme observada.
Me dan ganas de correr al bosque
y bañarme desnuda en el agua.
"¿Por qué no lo haces?",
pregunta la estrella,
lucero de la noche.
Temor, creo,
o quizás sea por falta de compañía
con la cual perder el frío del agua en el cuerpo
jugando a sirenas y Odiseas perdidas.
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