No quiero regresar
a la ciudad que,
aun amiga,
me coarta,
ni volver a guardar
en frío mis lágrimas,
pero el autobús no espera
y yo debo partir.
Adiós, montes.
Adiós, río y fuente.
Adiós, plaza.
Adiós, amigos.
Adiós, brujas y cuentos no escritos.
Adiós, alma,
te dejo custodiando
el pueblo en el que siempre sonrío
para poder regresar un día
aún siendo niña.
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