Cada día paseo por Portales,
calle de ebrios sueños en la madrugada,
camino junto a la monumental iglesia
dedicada a un dios en el que pocos aún creemos,
bueno, no es el mismo dios para todos, eso es cierto.
Y doy pasos lentos por el paseo empedrado,
fastidiaron aquello permitiendo que cruzaran los coches,
Portales, calle mía de sonetos y besos escondidos,
vieja rúa de cine y amores,
calle de bicis y niños jugando a la pelota,
tus ojos están poblados de niebla vespertina.
Despierta, calle mía,
y mira tu ciudad bajo la luz de verano,
observa cómo te observo
y te siento palpitando bajo mis pies,
y me paro mirando con deseo las guitarras,
cómo me relamo ante la heladería del letrero azul,
y trato de descifrar las letras de La Redonda,
que es rectangular,
...
calle mía,
te echaré de menos
cuando me vaya.
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