No me mires
con esos ojos de musa nueva
y me pidas que te ame,
no despiertes a la niña que duerme
o tendré que llamra a la Luna
para que atraviese tu cuello
con sus manos de marfil.
No me ruegues,
no me llores ni supliques que te recuerde,
que la niña que te quiso duerme
y olvida tu recuerdo en su sueño.
Déjala que descanse
y cuando despierte
tú no será sino una palabra más
tatuada en su pecho.
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