Cuando el alma te dance libre
por montes y playas de frío cristal
y, sin embargo, sientas el calor del hogar en tu interior.
Cuando la Lengua te sea extraña
y el paisaje y los hombres,
pero puedas oler el aroma del recuerdo
y los pueblos te saluden desde sus puertas de colores abiertas.
Cuando el cielo sea gris y casi no luzca el sol,
y la lluvia sea el día a día
y el viento sacuda tus cabellos.
Cuando oigas gaitas, flautas y acordeones
y, al cerrar los ojos,
tu latido te lleve al canto de generaciones,
saluda de mi parte a Irlanda
y dile que su hija perdida
recuerda el camino a casa,
dile que no habrá lágrimas ni temores
que la detengan
y que un día regresará para curar sus heridas
y caminar de su mano por las calles de Irlanda.
Y que, aunque su cuerpo quede en tierra extraña,
su corazón siempre pertenecerá a Eire.
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