Escuchando "When you say nothing at all" de Ronan Keating
Tengo la piel de un cristal tan fino
que me circundan grietas por toda mi geografía
y aún no me he roto.
No soy de cristal de Bohemia ni de vaso de rey,
soy de un cristal tan suave y tosco como el hielo de un iceberg.
Y en las noches frías, cuando estoy sola y no puedo recurrir a un cuerpo que me suavice los temblores,
me tumbo en la cama,
arropada por mil y una capas,
como si fuera el guisante de una princesa disfrazada,
y procuro no moverme por no quebrar en llanto y que las lágrimas me golpeen el vacío.
Ahora,
que el invierno se ha apostado ante mi puerta,
me estoy construyendo un cuerpo de madera,
firme, movible, flotante, más cálido que el cristal.
Ahora,
que el invierno se ha apostado ante mi puerta,
y las grietas tiritan amenazando con quebrar.
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