domingo, 28 de octubre de 2012

DAS VAMPIRE

Dulce la esencia
a dentelladas me escarbas
y, poco a poco,
la sentencia proclamas;
seca como el junco muerto del lecho seco
que gime al paso del aire.
No hay embiste que resista,
no queda una lágrima por derramar
de los ojos tristes de la que ya está perdida,
dios de marfil y cristal.
Y, lentamente,
el corazón hecho un nudo
tira del estómago a la garganta,
tirante imposible de llanto,
se para.
Ya no queda alma entre cartones,
ya la risa de los labios no se lanza al asalto,
ya la vida no rezuma en los ojos,
ya la niña se ha convertido en la sombra de un antes.

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