lunes, 29 de agosto de 2016

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Cuando me vaya, cuando me aleje
porque ya ha dado la hora
en que tenga que quitarme las sandalias
que oprimen mis pies
y caminar descalza,
léeme todos los libros
que me quedaron pendientes
para que no tenga la obligación
de regresar para terminarlos,
cuéntame todas esas historias
como se le explica un cuento
al niño que está a punto de cerrar los ojos.
Cuando me vaya, cuando me marche
probablemente antes de que tú te liberes
de tu propias cadenas,
léeme todos esos versos que dejé a medias
para no volver a ulularlos en la noche
y atemorizar a las estrellas.
Cuando me vaya, cuando esta salud
que siempre ha pretendido asestar
el golpe de gracia en el alma
salga victoriosa de su lucha,
no dejes que el fuego y la ceniza
se lleven las hojas de mi árbol.
Atesora cada palabra en los labios,
en las manos, en los ojos,
paladea cada letra como un manjar exquisito
porque en cada sonido
podrás hallarme latiendo
como si nunca hubiese volado.

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