jueves, 28 de agosto de 2008

II.

II.
La niña viajera,
niña poeta,
descansa sus rodillas sobre aceras de terciopelo.
La noche ha caído como un leve velo,
el ala semitransparente del cielo protector.
La niña camina,
tan chiquita, tan sola,
que nadie se atreve a verla.
Y la niña piensa,
piensa si piensan los demás
que ella piensa.
“Deja de pensar”,
se dice.
“Que piensen que pienso si quieren,
que piensen lo que quieran.
Que no quiero pensar las cosas dos veces,
que quiero ser libre con el viento,
que no quiero ser ya una niña triste,
que quiero ser yo misma y emprender el vuelo”.
Y la niña se aleja en cascabeles,
es ya toda sonrisa,
la noche se abre a su paso,
y tras ella, le lleva su manto el día.

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