Hoy, viernes 29 de agosto de 2008, yo, Nerea Ferrez, poeta en ciernes, declaro el manifiesto alonista e invito a cuantos quieran a unirse a él.
En esta sociedad globalizada donde nos comunicamos con y a través de máquinas día a día, donde nos sentimos cada día más solos, más desprotegidos y abandonados, como una vez se sintieron los primeros románticos.
En esta sociedad deshumanizada, pasada por los espejos del Callejón del Gato, los poetas y escritores de este siglo escribimos cantos a la muerte y a la soledad, a niños perdidos, sin madres, criados como animales salvajes enjaulados que no saben sobrevivir ni solos ni en compañía.
Por eso, todos los niños perdidos, somos alonistas.
En esta sociedad globalizada donde nos comunicamos con y a través de máquinas día a día, donde nos sentimos cada día más solos, más desprotegidos y abandonados, como una vez se sintieron los primeros románticos.
En esta sociedad deshumanizada, pasada por los espejos del Callejón del Gato, los poetas y escritores de este siglo escribimos cantos a la muerte y a la soledad, a niños perdidos, sin madres, criados como animales salvajes enjaulados que no saben sobrevivir ni solos ni en compañía.
Por eso, todos los niños perdidos, somos alonistas.
Los alonistas tomamos cuanto creemos necesario, creamos si podemos y hace falta, todo para mostrar al mundo nuestro sentimiento. En el alonismo, a la angustia existencial del poeta romántico, poeta maldito, se une un sentimiento de soledad, de tristeza permanente, de distorsión de la edad, y por eso nos encontramos jóvenes que se ven ancianos, poetas maduros que se muestran en sus versos como niños, pero todos perdidos, perdidos en una ciudad demasiado grande, en un mundo demasiado globalizado donde no son sino minúsculos granos de arena en una enorme playa.
Los alonistas sólo descansan su angustia mientras escriben, que es cuando liberan su pena, pero en cuanto se van las musas, y la inspiración descansa dormida en el regazo de los dedos, vuelve el llanto, el llanto oculto con el que no caen lágrimas.
Los alonistas son herederos de los movimientos anteriores pero buscan su propia forma de escribir, su identidad, como si de una búsqueda del hogar se tratase, algunos lo encuentran, otros creen haberlo hecho, pero la mayoría vive -o malvive- escribiendo sin encontrar nunca un pista siquiera.
Los alonistas escriben versos, textos, novelas, haikus, poesía visual y cuanta manifestación artística pueda ser llevada a través de la palabra tanto escrita como hablada pero, sobre todo, sentida.
Necesitan sentir la palabra, lo que escriben es como si fueran sus hijos. Siempre queridos.
Siempre solos.
Eternamente abandonados, por eso bajo las letras siempre se puede hallar un ligero barniz de tristeza y melancolía. Una sutil lágrima en una diminuta muñeca con los labios cosidos que pisotea alegre y triste, descalza, los charcos de lluvia, y se sienta sola en una acera fría a que alguien la recoja y la lleve a su hogar.
Nerea Ferrez,
poeta alonista.
Nerea Ferrez,
poeta alonista.