Allí estabas,
dormido con los ojos abiertos,
por primera vez tranquilo
desde que entraste en nuestras vidas,
tan hermoso como la más hermosa de las criaturas,
dejándome otra herida abierta,
abriendo nuevos vacíos en mi cuerpo
que no podrán llenar otros como tú,
porque fuiste el primero
y ahora descansas en el sueño de los justos,
bajo la sombra de un perenne árbol.
Quiero pensar,
consolarme diciéndome una y otra vez
que ahora habitas en la tierra que hay más allá de mis ojos,
fuera del alcance de mis manos,
donde podrás correr libre,
donde podrás comer a tu antojo,
donde un día nos encontraremos de nuevo
y pasar juntos más de este año breve.
Que la tierra te sea leve.
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