domingo, 5 de agosto de 2012

CON LA PUNTA DE LOS DEDOS

Me sostengo
con la punta de los dedos.
Con la punta de la punta de los dedos.
Y me sostengo tan fuerte
que se me han puesto blancos.
Tan fuerte
que ya he olvidado el tiempo
que llevo aquí sostenida.
Tan fuerte
que ni la lluvia me resbala,
que ni el sol me quema,
ni las llagas me sangran,
ni los dioses me contemplan.
Tan fuerte
que el vacío se ha hecho uno conmigo
y ya no sé dónde empiezo yo y termina el abismo.
Tan fuerte
que empiezo a dejar de sentirlos,
empezando por la punta de la punta de los dedos,
siguiendo por la punta,
siguiendo por los dedos,
siguiendo por mí misma...
y ya sólo me ata esta franja,
este clavo ardiendo.

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