No me pidas que te cace
la luna en un vuelo,
la luna en un vuelo,
déjame que el alma
se me pose en el pecho.
En el pescante de mis heridas
gimen mis muertos,
susurra la aurora canciones
de suspiros y desiertos.
Así, entre paso, camino y paso
se me desvelan las sombras,
abro los labios, extiendo la boca,
se me achican los ojos
y una luz invisibe emana
sin saber su causa
desde el origen del verso.
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