Cuando surca sus dedos
susurrando palabras de amor
y después se marcha con un te quiero
que se derrama en los labios
y vuelve con extraños olores
y un regalo sin porqué,
es a mí a quien ha visto.
Y en sus pupilas vahídas,
en su aliento indómito,
en sus manos gastadas
y e sus músculos cnsados
tatuado está mi cuerpo.
Yo soy la otra,
la que se convierte en una nueva cada noche,
soy Lilith acechando en la espesura,
soy la de sábanas prestadas
y moteles sórdidos,
la que no puede perder el tiempo en palabras y llantos,
soy la innombrable y la prohibida,
la tercera en discordia,
la sombra que se cierne sobre tus párpados
y la que, cada mañana,
añora levantarse
y encontrarlo a su lado.
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