Tres meses.
Tres meses parecen mucho en la piel del tiempo.
Pero tres meses son noventa días.
90 días.
90 días no son sino la falange más pequeña
del dedo más pequeño.
90 días no son sino un cabello
de la maraña de hebras en su poblada cabeza.
90 días no son sino una de las millones de partículas de piel
que mueren
que vuelan
que se olvidan
y nunca vuelven.
Parece que deshojas una margarita imposible
hecha de aire y segundos
mientras un horrible tic-tac te golpea
te recuerda
que el tiempo pasa y te arrastra
y que noventa días
son 90 días,
tres meses,
toda una vida parecían
y ahora te falta el suelo sobre el que poder correr.
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