Cumple tres años
tu ausencia.
Tres años sin tus manos, tus ojos, tus pecas...
y he tenido que hacer un alto
en este ritmo frenético que me enturbia los sesos
para recordarte.
Porque eres mi persona favorita
de todo el mundo
porque tu bandera ha quedado impregnada en mi piel
con cada beso
con cada palabra
con cada minuto que me enseñaste
que la vida se lucha y se vive,
que hay que abrir las puertas aunque no quieran
y que los dulces saben mejor
cuando te los esconden mal
para que los encuentres.
Porque fuiste nuestra superheroína
cuando aún no estaban de moda,
doblemente madre,
el aire que me impulsaba sin saberlo,
la constructora de puentes y caminos,
la vida hecha carne.
Y aun sin estar presente,
acompañas cada paso
y cuidas las noches
para que sigan durmiendo los monstruos.
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