Tengo cientos de nombres grabados en mis manos,
voces, palabras, letras, signos, números, gestos...
aunque no me pesan a veces me retrasan
y me llevan a lugares que ya no existen,
a patrias que hace mucho sucumbieron.
Y esos nombres que me dan la espalda
o me saludan alejándose,
esos nombres son los que tiran de mí hacia adelante
cuando la noche es oscura
y los gritos de los cuervos ensordecen el brillo del sol.
Hoy han empezado a marcharse
aunque, como buenos hijos, no se irán nunca.
Hoy les despido con la mano en el corazón
mientras espero que sepan equilibrar aire y agua.
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