martes, 25 de enero de 2011

Rodin is coming to town...

Ha llegado Rodin.
Con su frío metal, su bronce oscuro con las pupilas ausentes.
Ha venido bajo un cielo gris de invierno perla.
Y ha dejado bajo el quicio de la ventana de una ciudad de provincia
media docena de estatuas negras.
Instaladas en el dolor y la desesperación.
Tan sólo ante una me siento pausada,
El Pensador observa el infinito sin solución.
Me doy una vuelta y me marcho.
Quisiera quedarme,
a preguntarles, durante horas, días,
qué es lo que late bajo esa gélida piel indeformable.
Pero no hay tiempo,
el tiempo se me va entre los dedos,
como a Andreu d'Andres, o a Jean, o a Jacques...
el tiempo se va y no hay preguntas.
El de seguridad me mira.
Y El Pensador sigue subido a su pedestal de filosofía muerta.

1 comentario:

Adriana Bañares dijo...

Qué bueno, Nerea. Yo también me quedé como una idiota mirando El Pensador.
Un abrazo