Es en tus manos, princesa,
donde la vida se ve más bella,
y en esos ojos de ardilla
que tanto me confunden.
Es en tus pecas,
pequeñas estrellas que sonríen,
alegres e inocentes,
donde la locura de un beso
se detine en los labios.
Qué decirte, princesa,
mi pequeño duende silfídico,
cómo explicarte que, sin quererlo,
comienzo a ver en tu pecho
la caricia de un verano en la memoria.
1 comentario:
me quedo con el verano y ver allí a mi princesa :)
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