Oigo
-anoche volvía a escucharlo-
ese tintineo de algo roto,
es un golpeteo constante,
como una piedrecilla en el zapato.
A veces dejo de oírlo
-tal vez se quede atascado
en algún recodo fragmentado-
pero siempre vuelve.
Estas noches cercenadas
no tengo tiempo para su canto
pero, a veces, me dice que cada día que vivo
es un poco menos que he muerto.
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