Como el perro apaleado
al que ya no le duele
herida sobre herida
los golpes se sienten
culpas
propias
desgastes de la propia piel
que ya quema
llagas tatuadas en lo más íntimo
allí donde los miedos se ocultan
donde se esconden los sueños culpables
la alfombra bajo la que duerme
el polvo y nuestra propia suciedad
No se ve
porque por dentro corren los ríos
la sangre se estanca
la garganta emudece
por las raíces del temor
cristal y agua
cielo y frío
os echo de menos
a los que supisteis calmar mis aguas
con una palabra basta
un gesto
pero ya no estáis
echasteis a volar muy lejos
y yo me quedé en tierra
varada en el peso de mis monstruos
lejos de la luz
lejos del calor
que los alimenta
y me debilita
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