No debería pensar en estas cosas
pero se me hace imperiosa la necesidad
de deciros que yo también tengo miedo
-a veces más frecuentemente de lo que debiera
y muchas veces más por vosotros que por mí misma-,
y que pienso en qué ocurriría si no me levanto,
si el sueño se establece en mis ojos
el día que quieran arreglarme.
Porque es improbable
pero los porcentajes existen
y las matemáticas nunca han sido afables conmigo.
No creo que haga falta que os diga que os echaría de menos,
y todas esas cosas que se dicen en estos casos
como que estaré bien y que ya nos veremos
-más tarde que pronto-,
pero sí quiero deciros que os cuidéis unos a otros,
que se establezca la sonrisa en vuestros labios
como si yo estirase de cada cabo,
que leáis mis versos, mis libros, mis notas,
que no olvidéis que un día existí
y que os quise
en el único modo que yo sabía;
silenciosa, en la intimidad, con más gestos que sonidos.
Si no me levanto,
haced del mundo lo que un día soñé,
que en los sueños
podré seguir viviendo.
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