Estas heridas
que afean mi piel
me recuerdan que estoy viva,
aunque duela.
Las arrugas,
las punzadas,
las lágrimas,
la sangre que corre y se estanca,
las venas que crepitan,
el silencioso veneno que me recorre
y poco a poco
me paraliza,
la posibilidad del cascarón vacío
que me susurra el pasado
como una pesadilla continua,
me recuerdan
como un mazo que me golpea
o un péndulo que me arrastra
que estoy viva.
Y esto es la vida,
sangre, sudor y vísceras,
no hay nada hermoso en vivir
aunque tampoco la muerte nos trae la poesía.
Esto es la vida,
elegir si quieres maquillar el rostro de la muerte que te cubre
o lamer las heridas
y mostrarlas
como un guerrero.
Esto es la vida,
pasar como si fueras un soplo del aire
o convertirte en el viento
que arrase,
en el agua que anegue,
en el fuego que vuelva todo en cenizas,
en la tierra
que siembre un nuevo comienzo.
Esto es la vida,
amar, ser, luchar,
vivir, en suma,
como si cada instante fuera el último,
como si estuviéramos a un paso de estar muertos,
sacando las fuerzas
de las tripas.
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