A ti, que ni eres ni estás pensado,
a ti que bulles desde hace años en mis entrañas
esperando el momento propicio,
te digo desde este instante
y para que nunca se te olvide,
que te quiero con un amor que no existe en otro.
A ti, que ni tienes nombre, ni rostro, ni tiempo,
te escribo porque algo me dice que debo recordarte
que te quiero
aunque a veces no lo creas
o reniegues de ese afecto.
A ti, que no estás y quizás nunca existas,
desde este instante,
te prometo
que desde que tu rostro alce la piel a la vida
nada podrá separarnos.
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