Escuchando Let her go de Passenger
Siempre he pensado que soy valiente,
y la vida me ha enseñado
-a la fuerza-
que yo puedo
que yo sé
que yo valgo
si yo quiero.
Pero el miedo siempre me ha atenazado,
desde la oscuridad de las sombras y los monstruos
al miedo a caer y no saber levantarme,
aunque las criaturas que más me aterran
no son los bichos que me hacen correr como si huyera de un peligro,
ni el vértigo que me incapacita y me anula.
Los grandes monstruos tienen grandes nombres
y numerosos tentáculos
que pueden asustarme desde muchos instantes.
Los grandes monstruos no aparecen bajo la cama
o se esconden en un armario
o afilan sus dientes en mi carne.
Son aquellos que esperan en la esquina del futuro,
los que desgastan el camino para que resbale
o esconden una piedra para que tropiece
y no pueda volver a alzarme.
Son los fantasmas de la soledad,
que te punzan con la agujas del frío;
los vampiros del olvido,
que te dejan hueca como un árbol seco;
los monstruos del fracaso y la decepción,
que te zarandean hasta que vomitas todo pensamiento alegre
y te conviertes en un errante.
Siempre he pensado que soy valiente,
y la vida me ha enseñado
-a la fuerza-
que yo puedo absorber a los fantasmas
que yo sé destruir a los vampiros
que yo valgo para derrotar a los monstruos
si yo quiero.
Y aun si el miedo me golpea,
si vivo
la vida habrá merecido la pena
aunque el futuro sea aciago.
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