Escuchando: Laura Marling "Rambling Man"
El invierno me cala en los huesos
y me rasga, me araña, me hiela,
me deja enferma
de esa enfermedad gris y azul
que no contagia
pero que es recurrente en mi cabeza,
y me derrite los ojos, los labios,
y me vuelve muerta,
enmudecida como un árbol amputado
y atado con mil luces en sus miembros que gritan
con el ensordecedor aullido del silencio.
No, no me gusta el invierno,
ni la navidad
porque sus luces no son sino engañados soles
que no calientan, que no guían,
fuegos fatuos que intentan hacerme creer que somos felices
cuando más tristeza veo arrastrarse por las calles.
Que no me gusta el invierno,
porque los ríos de insectos se agolpan en las aceras,
grandes monstruos recorren negros arroyos
con un hablar que me resulta hiriente
a mí,
que tengo un puñal en cada estrella que transita mi cuerpo,
que tengo un dolor persistente en este lugar que desconozco,
que me siento triste y no lo entiendo,
que soy feliz y no lo entiendo,
que pienso y no lo entiendo,
...
No me gusta el invierno, no,
quisiera dormir, descansar los ojos acurrucada en tu regazo
hasta que todo pase,
despertar y ver que el frío ya no me golpea cada mañana y cada noche,
despertar, andar, dejar que el sol me acaricie la piel.
No me gusta el invierno
y aquí estoy,
con los ojos grises, el alma prendida en azules,
y una canción que no suena y se repite
sonando en mis oídos.
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