Después de dejarme la piel en las heridas,
del palpitar intenso que me abotargaba los sentidos,
de esta cotidianeidad, de la rutina,
la ruin existencia, de la esencia del ser sin ser nada,
después de dejar aparcados los versos,
apartadas las palabras en una pizarra de metal,
vulevo tratando de ser la misma
y no lo entiendo,
me has cambiado los dedos
y ahora mi canción es un vals.
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