Quisiera escribirte un soneto
pero mis rimas son amargas
y el latir de mi corazón, inquieto y rebelde,
suspira por un romance
o una quintilla
que dé cabida a mi sentir.
Mis dedos suspiran errantes en el arcén del camino
porque la tinta se escapa por ellos
sin tener un hogar que la acoja
ni un poeta que evite que se pierda en el olvido.
Por eso mis versos son libres,
barridos
y en mi poesía joven muestro cuanto angustia a mi alma.
Y esa es la razón por la que escribo grises palabras
entre los trazos de mi indiferente destino
que golpea con pluma y espada mi cuerpo maltrecho y marchito
que en la madrugada de tu voz pide un suspiro
en el que acunar mis malos sueños, un silencio
que calme mi agonía, una lágrima
que me ayude a cruzar el abismo de tus ojos, un beso
que me devuelva la vida.
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