Te preguntas -a veces-
si alguien te echaría en falta,
si has hollado la vida lo suficiente
como para dejar una marca
indeleble.
Dudas si alguien pueda querer
esa parte triste que incluso tú
desechas
mientras esas llagas aún sangran.
Dejas que el dolor te acompañe
como amigo fiel, único que recuerdas,
y mientras sigue cayendo la lluvia,
y la rueda gira
y tal vez te atropella.