Escuchando: "Girls just wanna have fun" de Russian Red
Estos días de calor helado,
este no saber bien si camino con los ojos cerrados
o me he acostumbrado demasiado
a caminar bajo las sombras.
Estas palabras que riman
pero no se paladean
sino que me recorren el espinazo
tratando de huir
malditas
de los dedos que las acogen,
de los ojos que las lloran.
Tal vez mi tiempo se haya cumplido
y esto sea sólo una prórroga,
una broma cruel que el destino me estampa
al haber perdido el juego.
Quizás yo misma sea quien se pone piedras en el camino
consciente de no merecer la sonrisa.
No sé...
Tal vez esto sean sólo palabras
y yo no sea nadie
sino viento que mueve las hojas,
agua que el río no contempla a su paso,
polvo, sombra, nada.
O, quizás, yo sólo
yo sólo quiera,
yo solo quiera...
martes, 19 de julio de 2016
miércoles, 13 de julio de 2016
Dr. Jeckyll
Henry Jeckyll llora envuelto en las sombras de su cuarto,
el saber ha volado de su cabeza
y los libros de sus estanterías comprenden filosofía hueca
y conocimientos que ya no logra concebir.
Henry Jeckyll,
amabilísimo amigo, buen vecino, gran entusiasta del trabajo, docto en su área,
llora solo en su cuarto.
Ni siquiera el cálido fragor de la batalla
de las llamas de su chimenea
puede caldear su alma umbría.
No se puede calentar el cuerpo
que ha perdido la esperanza,
que ha envejecido demasiado pronto
y que contempla un rostro moribundo y aletargado
cuando el espejo le devuelve la voz.
el saber ha volado de su cabeza
y los libros de sus estanterías comprenden filosofía hueca
y conocimientos que ya no logra concebir.
Henry Jeckyll,
amabilísimo amigo, buen vecino, gran entusiasta del trabajo, docto en su área,
llora solo en su cuarto.
Ni siquiera el cálido fragor de la batalla
de las llamas de su chimenea
puede caldear su alma umbría.
No se puede calentar el cuerpo
que ha perdido la esperanza,
que ha envejecido demasiado pronto
y que contempla un rostro moribundo y aletargado
cuando el espejo le devuelve la voz.
Mr. Hyde
Escuchando: "Nocturnal" de Amaral
Stevenson, el escocés
a quien su propio país le mataba
- literalmente -
y esta luna lorquiana
me gritan que Hyde empieza a despuntar entre mis dedos,
bajo las uñas resurge un mal que creía extinto
pero que se ha rebelado ante los golpes de la vida
y la indiferencia del destino.
Y esos versos negros
que ya creía olvidados,
el sentir que el mundo no me basta para forzar la sonrisa
a veces,
el golpeteo incesante de un quiero y no puedo,
el miedo, el temor, el horror,
de atisbar siquiera que pueda hacer daño
salen,
salen y me dejan
sola
con este vacío que no entiendo,
con esta soledad que me marchita,
con saberme amada
pero no entenderme
con ser
de nuevo
Νηρείς
Stevenson, el escocés
a quien su propio país le mataba
- literalmente -
y esta luna lorquiana
me gritan que Hyde empieza a despuntar entre mis dedos,
bajo las uñas resurge un mal que creía extinto
pero que se ha rebelado ante los golpes de la vida
y la indiferencia del destino.
Y esos versos negros
que ya creía olvidados,
el sentir que el mundo no me basta para forzar la sonrisa
a veces,
el golpeteo incesante de un quiero y no puedo,
el miedo, el temor, el horror,
de atisbar siquiera que pueda hacer daño
salen,
salen y me dejan
sola
con este vacío que no entiendo,
con esta soledad que me marchita,
con saberme amada
pero no entenderme
con ser
de nuevo
Νηρείς
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