Te has marchado,
silencioso y solitario como te conocí siempre.
Fuiste una presencia callada
con quien no compartí palabras
pero sí momentos,
a quien quise aunque nunca lo dije,
quien nos quiso a su manera.
Porque nunca una palabra sobraba en tu boca,
me enseñaste que una mirada podía decir más que mil versos
y que aunque la voz se diluya siempre queda el recuerdo.
No pudimos despedirnos,
siempre fuiste fuerte, incluso en tus últimos momentos,
pero espero que hoy,
allá donde estés,
te hayas ganado el cielo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario