Y, en el silencio de la cotidianeidad de mi salón,
cuando ni siquiera han salido los borrachos
aún sobre sus piernas que pronto serán de goma,
se oye el cling de un microondas a través de las ventanas...
y no sé cómo sentirme.
cuando ni siquiera han salido los borrachos
aún sobre sus piernas que pronto serán de goma,
se oye el cling de un microondas a través de las ventanas...
y no sé cómo sentirme.
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