No sé cómo decir
que se me cae el alma al suelo
cada veo que veo mis cielos sin ti,
mis manos sin tus dedos,
mis abrazos sin tu cuerpo.
No sé cómo decir
que se me alargan los segundos,
que las noches me arrebatan
el poco sueño que esquilmo,
y que el día se me hace más duro sin tu voz.
No sé cómo decir
que el dolor que mora aquí dentro,
donde el alma grita en silencio,
donde desgarra mi carne inapetente,
donde el vacío me traga,
me destruye cada día,
la agonía me eterniza,
derrite mis pupilas.
No sé cómo decir
que esta oscuridad que albergo
me sume poco a poco en las tinieblas
de las que, si tú no me rescatas pronto,
me hallaré perdida por los restos.
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