Hoy es una madrugada de esas
que se me escarcha en las pestañas
y no me deja mover las piernas hacia la cama.
De aquellas de seda y cristal
que me duelen en mis huesos torcidos,
en esa sangre que malcorre,
en este tiempo que marchito.
Esta es una de esas madrugadas,
de esas noches,
que entre el aire y mi piel
falta un abrazo
y entre el frío y mi frente
unos labios que me besen.
Ahora calmo mis dedos con palabras,
después me guiaré hasta las sábanas
y calmaré mis ánimos de mimos y caricias
con promesas del mañana.
De momento,
Neruda me habla desde las páginas de sus veinte poemas
y Coque arrastra las notas de su guitarra.
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