Esta noche, mientras trato de rendirme al sueño y en mis oídos el silencio zumba, recuerdo otras noches en que me perseguía el desvelo, noches en las que recurría al azul cielo de la valeriana en comprimido para acallar mis lágrimas, mis pesadillas o mis nervios.
En noches como esta no me tuve sino a mí misma entre mis brazos, agotada por un tiempo que veía extinguirse en vano, temerosa de todo, sabia de nada, deseosa de un continuará.
En noches así me levantaba de la cama y a la luz de un mini-flexo a pilas me dedicaba a llenar páginas de devaneos que me explicaran algo sobre mí misma, una puerta al interior de mi alma o, al menos, a esa habitación llena de mí que existe en mi cabeza.
Y ahora estoy en otra de esas noches, pasándome la lengua por los dientes y pensando que las muelas del juicio sólo sirven para acumular "paluegos" y caries, pensando en que estarás dormido desde hace rato, en que el futuro me asusta, estos quilos de más me estorban y veo cómo el tiempo pasa cada vez más rápido.
A veces deseo un botón de esos que hay en algunos mandos que te permiten ver la película más lenta o más rápida... lástima que la vida no nos permita un reposo.
Y me voy a dormir, con esa preciosa canción en la cabeza de Frank Sinatra, The way you look tonight, rondándome los oídos, olvidándome del zumbido del silencio, y de que tú hoy no estás a mi lado, pero imaginándote, como tantas noches, dormido, acurrucado entre las sábanas, como un niño.
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