No pudieron conmigo los aceros,
las deslenguadas sierpes que te consumen,
los insultos, los golpes, los motes,
las constantes heridas,
la sal,
el vinagre.
No pudieron conmigo los dolores,
las palabras, los silencios,
los desplantes.
Hicieron mella y aún sangro,
aún me duele
en esas llagas invisibles
que mellan mi autoestima...
Pero no pudieron conmigo, no.
Provengo de una larga estirpe
de mujeres que aprietan los dientes y siguen,
que miran al miedo a la cara
y caminan hacia adelante.
No pudieron conmigo, no.
Y vosotros, que os afiláis los dientes en mi espalda,
vosotros que masculláis cuchillos en las sombras,
¡ay, de vosotros!
No sabéis que en mí habita un monstruo inquebrantable
y que mi ira la empuja
la furia de todas las que me precedieron
y de mi propia sangre maldita.