Le pusimos nombre al miedo
y su rostro se volvió aterrador,
dibujamos con nuestra propia sombra
los límites de la locura
dejando que cordura y sueño
se encogieran hasta el mínimo
y quebrando el espanto
en el crujido de los goznes de nuestros pasos.
Desde que oí su nombre
me persigue en las pesadillas
y cuando camino en duermevela
pensando si a mí también me acecha
o la suerte habrá logrado ocultarme.
Un latido desacompasado
es lo que suena cada vez que te recuerdo,
tan pequeña, tan frágil,
tú que habías sido la más fuerte.
Los héroes envejecen y mueren,
eso aprendí demasiado pronto
pero no estábamos listos para que recogieran tu cosecha
aunque nosotros habíamos abonado el campo.
Darles nombre a los fantasmas
los convierte en feroces monstruos
de fauces eternas.
Darle nombre
fue el comienzo de la caída.