miércoles, 23 de abril de 2008

PÁJAROS- A Marisol, querida extraña que no podré conocer nunca

Seguirán los pájaros cantando
aunque te hayas ido,
las ruinas que al fondo veo,
desde este tercer escalón de la iglesia,
puede que se conserven mejor que tus restos
con el paso d elos años.
Y vendrá la primavera, el verano,
el otoño, el invierno...
pasará el tiempo
pero no tu recuerdo.
No dejaremos que traspases
el umbral del olvido.
Podrán seguir los pájaros cantando,
a quién importan las ruinas,
lo que es seguro es
que no ha habido nunca alma humana
que haya sido como tú tan querida.

La musa se ha ido

La musa se ha ido
en la madrugada del sueño,
y Morfeo, cómplice traidor de mi existencia,
ha permitido que huyera y me dejara
entre las brumas del recuerdo
de un vago ayer que ya no existe
y no es sino pálido y turbio olvido.
“¡La musa se ha ido!”
grita mi alma sin esperanza
ni cordura
aferrándose a los barrotes de lo que un día fue luz de mañana
y ya no es sino oscura llama de luna.
La musa se ha ido
y escribo mi frío epitafio sin rima ni sentimiento,
susurro mientras caigo hacia el abismo de lo que será mi tumba
“ya no soy poeta sin musa,
ya no soy sin letras,
sino un suspiro del viento extinto,
arena de la playa en la memoria,
que pudo rozar con sus mortales e impuros dedos
el paraíso y la gloria
y ahora ha caído de nuevo a tierra
donde todo es oscuridad, fetidez y nada
así me derramo en tinta y esperanza
por la tierra que me marchita.
Sin ingenio no soy niña,
no soy anciana,
no soy poeta,
ni tengo alma
que exponer en el blanco desafío
para que tú me susurres en la calma de la madrugada
las palabras que mitigaban mi agonía
y me devolvían el aliento.
Caiga yo en el eterno pozo y me sea devuelta la dicha,
acoge Gea a tu hija perdida,
que vuelve al hogar
sin musa, sin rima ni vida”.

tras la oscura ventana de tu tristeza Y en el silencio de tu voz

TRAS LA OSCURA VENTANA DE TU TRISTEZA
Tras la oscura ventana de tu tristeza
mi alma llora y gime
presa del olvido al que tu corazón le ha relegado
y tras los fríos barrotes
que mi sonrisa trata de caldear
Melancolía corre
desesperada
tocando con un dedo las paredes de mi celda gris,
Leanan canta una canción sin nombre ni lengua
y yo, triste y desesperanzada,
sin patria ni hogar al que pueda llamar mío
veo ríos de sangre que corren por mis versos,
tinta que cae desde mis manos hasta mi pecho
y abre un abismo entre mi razón y mi locura
que me lleva a tus brazos con una sonrisa.
Pero el sueño ha jugado con mis tristes deseos
de niña anciana,
poeta extinta,
y Melancolía sigue gritando mientras da vueltas a mi celda
que cada vez se estrecha más,
Leanan canta sin melodía
y mi alma,
ya falta de cordura,
desde un oscuro rincón que lleva al olvido,
tan sólo es capaz de murmurar una y otra vez tu nombre
hasta que se abra el abismo
y las Parcas corten el fino hilo
que me separa de la muerte y el descanso eterno.

EN EL SILENCIO DE TU VOZ
En el silencio de tu voz
acunarás sus versos
y las lágrimas que por ti hizo correr
desesperadas e inocentes
serán sangre en el papel.
Tú y todas la musas,
los poetas,
las palabras sin nombre,
los sentimientos sin sentido ni letras,
y la gris melancolía
no os disteis cuenta que fue demasiado peso para la pobre niña
que aún muerta
permanece en el arcén del camino
suspirando,
triste,
con su mortal carga a la espalda,
tratando de recuperar el aliento y proseguir un camino
al que le han cerrado las puertas.

QUISIERA ESCRIBIRTE UN SONETO

Quisiera escribirte un soneto
pero mis rimas son amargas
y el latir de mi corazón, inquieto y rebelde,
suspira por un romance
o una quintilla
que dé cabida a mi sentir.
Mis dedos suspiran errantes en el arcén del camino
porque la tinta se escapa por ellos
sin tener un hogar que la acoja
ni un poeta que evite que se pierda en el olvido.
Por eso mis versos son libres,
barridos
y en mi poesía joven muestro cuanto angustia a mi alma.
Y esa es la razón por la que escribo grises palabras
entre los trazos de mi indiferente destino
que golpea con pluma y espada mi cuerpo maltrecho y marchito
que en la madrugada de tu voz pide un suspiro
en el que acunar mis malos sueños, un silencio
que calme mi agonía, una lágrima
que me ayude a cruzar el abismo de tus ojos, un beso
que me devuelva la vida.