Escribo esto como un mantra
para calmar los monstruos,
para dejar una estela
que pueda seguir cuando las luces
se apaguen.
Inspiro, despacio,
lento,
muy
lento,
con la esperanza de calmar este corazón
acelerado,
el palpitar agreste que golpea
que embiste el pecho desde dentro,
como si el ariete lo manejaran los asediados
queriendo escapar de las ruinas y el fuego.
Inspiro, espiro.
Despacio.
Lento,
muy
muy
lento.
Y sólo espero
que las aguas se calmen,
que se enciendan las luces,
y no ser la única
en este gran teatro.